domingo, 13 de mayo de 2012

El consumismo en una sociedad capitalista.

 

El consumismo en una sociedad capitalista

por Roberto Gómez Álvarez. 

El consumo nace a partir de la misma realidad que el capitalismo, ya que el trabajador pierde el control de lo que produce, y por lo mismo, debe buscar conseguirlo vía de intercambios monetarios. Antes se producía lo necesario para consumir sin necesidad de buscarlo aparte, pero ahora cuando la mayoría ni siquiera producimos nuestros alimentos, estamos restringidos a los ciclos del mercado para conseguir lo necesario para sustentarnos.

Reproduce constantemente la existencia de la propiedad privada monopolizada por pocos en la medida que son precisamente los dueños de los medios de producción los que se benefician del consumo, ya que ellos son los que se encargan de vender la mercancía y quedarse con la ganancia, mientras el que solo se beneficia del salario sigue dependiendo de la compra.

Esta realidad aparece presentada por sus propagandistas como la inmejorable libertad de elegir, tanto en que emplearse como que comprar, constituyendo este precepto como la mentira angular del sistema. Esa supuesta libertad de elegir está restringida por la misma dinámica de desigualdad y explotación a la que se ven enfrentados los trabajadores. Poder elegir está directamente relacionado con la capacidad para comprar, de tal medida que si no tienes dinero tampoco tendrás posibilidad de elección.

Esto es lo que precisamente constituye el sueño del capitalismo: la posibilidad que todos seremos multimillonarios, exitosos y renombrados, cuando al final este sueño solo es el incentivo que tienen los trabajadores para romperse la espalda en el trabajo esperando un mejor mañana.

Lo innegable es que ese sueño es contradictorio, la misma existencia de la propiedad privada garantiza que el acceso este restringido, y aunque eso abra la posibilidad de ascenso algunos, ellos podrán ser menos pobres, pero no menos responsables de una estructura económica que se basa en la exclusión de la mayoría de la riqueza. Aun así hay que recordarlo hasta saciar, si todos pudiéramos ser ricos, no existirían ricos, y esa no es la utopía del capitalismo.

Como para el capitalismo es fundamental el consumo, se ha encargado de generar una práctica de acuerdo a sus necesidades, el consumismo, que ha logrado constituirse como estrategia para mantener la subsistencia y su crecimiento del sistema. No es cierto que el consumo se rija únicamente por la lógica del mercado de oferta y demanda, es decir, al consumidor no solo le afectan los productos que están en el mercado y que puedan accederse sino también los imaginarios que tiene de los productos.

No compramos por precio únicamente, compramos por cultura, y esta evolución del consumo es la que se ha encargado el capitalismo de explotar al punto de volver las necesidades tan relativas que se convierten paulatinamente muchas de ellas en artificiales. Esa máquina insaciable de conseguir mercancías es precisamente la que se entiende como consumismo.

La base de las motivaciones que llevan a la compra ya no solo están definidas por las necesidades de reproducción material sino además por el placer y la satisfacción que genere el producto. Esta cadena de variables lleva a que se olvide el valor real de los productos y se acepten nuevos precios más altos que no tienen que ver tanto con lo que se requiere para fabricar la mercancía sino lo que simboliza culturalmente ella.

Esa tendencia al consumo como construcción de identidades debe tener un sosten monetario. Para pagarlo el capitalismo propone dos vías: el salario y el ahorro. Como el salario normalmente es pequeño no alcanza ni para comprar todo lo que se requiere y mucho menos para ahorrar.

El crédito, como ahorro obligado a largo plazo, aparece como opción para el consumo, lo que no avisa es que no solo es una estrategia para reducir el salario a largo plazo, sino además una dinámica práctica de disminución de los pocos bienes que tienen los trabajadores ya que tarde o temprano los intereses harán que tengas que buscar otras formas que el salario no alcanza para pagar. El endeudamiento no solo es una ilusión, sino además es un arma de constante acumulación para quienes mantienen su propiedad bien privada.

Así, el consumismo como practica libre solo es posible para los que tienen el capital para ello, siendo para el resto de la población únicamente una esperanza de llegar a tener algún día como acceder a ello, mientras siguen trabajando sin recibir lo que merecen por su esfuerzo. Para ellos el consumo en su mayoría resulta uniformado, resultado de productos estándar para gente que no puede acceder a productos “diferentes”.

 

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